De idiotas, parejos y mucho más.

Dado que en la actualidad el relativismo predominante dificulta mucho el entendimiento, fenómeno del cual el lenguaje no queda excluido, vamos a ponernos de acuerdo en lo que estamos significando con la palabra idiota, poniendo de manifiesto que no se pretende utilizar como insulto, la idea es tener un concepto claro, a partir del cual podamos identificar o describir a una persona o grupo de personas y entender por qué se ajustan a tal descripción.

La primera herramienta para ello es la etimología del término, esto es, de qué palabra o palabras proviene, y cuál era su significado en la antigüedad. De acuerdo con el sitio de internet www.lamarea.com/lademocraciadelosidiotas en la Grecia clásica era merecedor de tal apelativo, aquel que se ocupaba únicamente de sus intereses personales (idio: lo propio), sin importarle las cosas de la “cosa pública”. El Diccionario de la Real Academia Española, indica que es el corto de entendimiento, el engreído sin fundamento para ello, o bien, el que carece de toda instrucción.

Retomando el término en un contexto más moderno, pero en línea con lo dicho, veamos cómo lo explica el pensador español Ortega y Gasset al hablarnos de lo que identifica como el <hombre masa>.  “…allí donde el idiota griego llevaba una vida ensimismada, carente de conocimientos, y por tanto, de participación pública, el idiota masificado seguirá concentrado en su ombligo, pero su voz y sus gustos, se impondrán en la esfera pública. …La participación no cura el idiotismo, lo agrava, se convierte en un peligro para los demás, reduce las exigencias públicas a sus caprichos privados. …lo que hace que sus opiniones infundadas, pues salen de la nada, son cosa cerrada y no sujeta a revisión”.[1]

Ya dentro del siglo XXI, el idiota va a tener a su alcance entre otras cosas, los poderosos medios de comunicación electrónica, los cuales le permiten hacer de su vida un espectáculo constante y poderosa propaganda ¡de lo absurdo! que desde luego no le cuesta al idiota.  Pero a diferencia del masificado del siglo XX, el idiota de este siglo está digitalizado, cuenta con un perfil, que le permite mostrar su ombligo las 24 horas del día.[2] Hasta aquí la descripción del idiota.

Ahora vamos a hablar de “los parejos”, los parejos son aquellos que en política, y más concretamente en la cuestión electoral, sobre todo cuando sienten que se encuentran en algún tipo de desventaja en uno de estos procesos, o en sus prolegómenos, suspiran y hablan, en cuanta oportunidad tienen de hacerlo, alegando que se proporcione piso parejo a los aspirantes. Esta afirmación, este deseo sería muy bueno si fuera realmente una preocupación sincera, cuya implementación representara efectivamente mayor equidad para todos los participantes, pero la realidad es que todos los paladines del piso parejo, lo que quisieran es que, de alguna manera sucediera algo en el proceso, que les permitiera, sin esfuerzo alguno, mejorar o cubrir las carencias que los hacen percibirse como en desventaja, sea por causas de militancia, de reglas claras, cantidad y complejidad de cumplimiento con los requisitos, patrocinios diversos, formas de legitimarse que les resulten más favorables, pero siempre desde su propia óptica e interesada percepción, con lo cual estarían también mostrando cierto grado de idiotismo. Algunos han sido capaces de llorar en el discurso público, como un tristemente célebre “perro” de hace muchos años.

Todo esto como preámbulo a una contienda electoral, tal vez una de las más importantes del México moderno, que nunca había estado tan cerca de una dictadura de corte Castro chavista y en la cual está en juego nuestro perfil como nación en los años inmediatamente por venir, con fuerte impacto sobre todo para las oportunidades que tendrán los jóvenes de hoy.

En esta anticipadísima, y en no pocos casos ilegal contienda electoral, tenemos dos bandos claramente definidos, el bando del idiotismo oficial, en el contexto que ha quedado definido, en el que por disposición superior los participantes, identificados como las cuatro corcholatas, los tiempos a los que se han de ceñir, y los modos, han brotado de la mano negra, pero bien visible del inquilino de Palacio Nacional, transparente como debería haber sido todo su desgobierno; y por el otro lado, los suspirantes de las humeantes cenizas partidistas, tratando de reinventarse en una alianza, frente amplio o como se le quiera llamar, a cuya conformación ha contribuido de forma protagónica la sociedad civil, en sus manifestaciones en defensa del INE, del INAI, de la SCJN, por citar algunas de las más numerosas manifestaciones a nivel nacional que recuerda la historia, ciudadanía que ya no está dispuesta a seguir siendo observador pasivo, ni de los acontecimientos, ni de los ataques desde el poder ejecutivo, ni de la pasividad de los partidos que debieran representarla.

Esta ciudadanía ha exigido a los partidos que se abran a un proceso amplio de convocatoria y de cara a la sociedad, para que quienes se sientan con capacidades y conocimientos suficientes, puedan acceder, con reglas más o menos claras, dadas las limitantes del tiempo, a este trascendental, y novedoso proceso, al que hay que aplaudirle, y exigirle, que canalice y catalice con igualdad de oportunidades a todos los aspirantes.

Es verdad que el proceso, tal como ha quedado, no a todos les gusta, hasta el propio idiotismo oficial lo ha denostado, le ha aplicado los calificativos de los que siempre echa mano, que de alguna manera son indicadores del nivel de nerviosismo que impera en su propio dedazo, perdón proceso interno del grupo en el poder. Ha habido aspirantes a participar, a quienes tampoco les ha gustado el proceso y se han bajado del mismo, algunos de ellos argumentando precisamente que no tienen piso parejo.

A mi parecer, el tema de fondo es que los partidos y los aspirantes emanados de cada uno de ellos, no vayan con la visión de ombligo, de resultar electos a como de lugar, pues en ello habría también muestras de alta dosis de idiotismo.

Por tanto, la verdadera ventana de oportunidad está en que realmente se ha despertado un gran interés por parte de la sociedad, se expresan opiniones a favor y en contra, tanto de los suspirantes partidistas, como de los nuevos actores. Ojalá que esta ola de participación se extienda hasta el año entrante, resultando en un alto porcentaje de votación respecto del padrón electoral, y que el INE con sus flamantes nuevos consejeros, se desempeñe a la altura de su responsabilidad, así como también los partidos, defiendan con todos los elementos que les brindan los cauces legales, el cumplimiento impecable de las condiciones que le compete garantizar al mencionado organismo, defendido en su momento, por la ciudadanía, es hora de corresponder.

Es muy importante estar atentos a todos los nuevos aspirantes ciudadanos, que de entre los dos mencionados extremos, surjan dentro del plazo que marca el proceso establecido, para registros, acreditaciones y requisitos para lograr la participación oficial en la contienda por la elección del candidato de esta alianza opositora, cuya principal responsabilidad es mostrar a la sociedad que están dispuestos a responder a este compromiso histórico, no es un tema de supervivencia de partidos, es el reto monumental del rescate del México democrático, de valores, del respeto al estado de derecho, a la autonomía de los poderes, de los organismos autónomos. Se trata de darle viabilidad al México posible, en las coordenadas tiempo espacio y las oportunidades que éstas nos brindan.

Que la plataforma que propongan tenga claramente definidos sus ejes rectores, más allá de la obsoleta geometría política o los colores partidistas, clarificando posiciones dentro de los matices que en estos temas torales le permitan los acuerdos a favor de México, tales temas, entre otros, son:

  • El valor de la persona humana y sus derechos fundamentales.
  • El respeto a la vida como valor objetivo, desde la concepción hasta la muerte natural.
  • El reconocimiento de la familia como célula base de la sociedad, garante de su cohesión mediante la relación intergeneracional que se da en su interior.
  • El reconocimiento de la sociedad al ejercicio de sus derechos y al cumplimiento de sus obligaciones.
  • El compromiso irrenunciable del gobierno de coalición de respetar la Constitución, el estado de derecho, la lucha por la paz y las libertades que nos han sido arrebatadas.
  • El ejercicio de la autoridad, estrictamente como mandatario de la Nación, sirviendo a la sociedad por medio del poder y no servirse del poder para el logro de objetivos distintos a su naturaleza.
  • Trabajar de la mano, sociedad y gobierno, para evitar cualquier exceso en el ejercicio de la autoridad, cuyo objetivo no tenga como prioridad el Bien Común, que no es la suma de los bienes particulares, sino las condiciones generales que permitan a las personas, familias y cuerpos intermedios de la sociedad, el desarrollo armónico e integral de sus potencialidades, para lograr el progreso en la paz.

[1] Laje Agustín. “La generación idiota. Una crítica al adolescentrismo”. Harper Collins México

[2] IDEM


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