Imagen tomada de Pinterest
¡Hoy es Navidad! La culminación del tiempo de Adviento que hemos vivido como un período de preparación. Este día marca el nacimiento del Redentor, la plenitud de los tiempos. El nacimiento de Cristo es evocado cada año con gran gratitud, así como antes se esperaba con ansia. El Antiguo Testamento, que en sí mismo es un cuerpo estructurado en torno a la esperanza, encuentra su cumplimiento en el Nuevo Testamento. Ya no estamos expectantes, pues hemos sido testigos de la plenitud del tiempo con la llegada del Salvador.
El pueblo hebreo, cuando fue liberado de la esclavitud de Egipto, marchó durante 40 años en el desierto, donde Dios lo purificó y preparó, obrando milagros, dándole frutos y regalos, las tablas de la Ley, hasta llevarlo a la Tierra Prometida. En ese trayecto, el pueblo hebreo ansiaba constantemente, ante cada dificultad, el retorno a Egipto, donde se sentían cómodos, aunque fueran esclavos. Ahora, no es solo el pueblo hebreo, sino el pueblo de Dios, toda la Iglesia, los bautizados y los que serán evangelizados en el presente y en el futuro, quienes caminamos hacia la nueva Jerusalén, buscando esa nueva plenitud que alcanzará toda la creación en la segunda venida del Señor.


Ahora, la historia continúa como el tiempo de la Iglesia. Nosotros, al participar de los tiempos de plenitud con la llegada del Cristo histórico, no solo estamos en el tiempo de la esperanza, sino que caminamos hacia la nueva Jerusalén, la Jerusalén Celeste. Somos también, de alguna manera, apóstoles, testigos de la gloria que vendrá en la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Nuestro cómputo de los años, antes y después de Cristo, ilustra claramente esa transformación incalculable que se produce cuando Cristo irrumpe en el tiempo histórico. La venida de Cristo trae consigo la plenitud de los tiempos.
De la misma forma que la humanidad creció desde su niñez hasta su mayoría de edad, coincidiendo con la emancipación que Cristo, encarnándose, nos otorga, el Cristo místico, más que el histórico, lentamente va haciéndose adulto en el cuerpo de la Iglesia, hasta la medida de la edad completa de Cristo, que coincidirá con el segundo advenimiento del Verbo. El tiempo es, pues, un requisito capital en la realización de los planes de Dios. Siguiendo a Cabodevilla, podemos decir que el hombre no es quien le da sentido a la historia, sino quien descubre el sentido de la historia, que es este nuevo caminar a partir de la venida de Cristo, en la esperanza y en la construcción del Reino, hasta que se haga posible la Jerusalén Celestial, pero dado que la parusía supondrá una segunda venida de Cristo, vivimos en un esperanzado Adviento permanente. Ha terminado el Adviento de conmemoración al que la Iglesia nos invita año con año con fines pedagógicos, pero estamos insertos en un Adviento que será la segunda venida de nuestro Señor.

En este sentido, nos dice Cabodevilla, los sacramentos son un lazo que une la cabeza gloriosa de Cristo con el desarrollo posible de sus miembros en la Tierra. Es en el momento de la Eucaristía donde todos los tiempos se conjuntan: «Cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz» (tiempo presente), «anunciamos la muerte del Señor» (tiempo pasado), «hasta que él venga» (tiempo futuro). Es el signo rememorativo, demostrativo y profético, como dirá acertadamente Santo Tomás.
El nacimiento que hoy conmemoramos nos debe llenar de alegría, no solo como un recuerdo vacío, sino que nos invita a mantenernos en esa alegría, fruto de la esperanza y de la certeza. Cristo ya vino, ya plenificó los tiempos, ya nació, ya se hizo niño para darnos confianza en acercarnos a Él, ya creció con nosotros en el tiempo de su vida pública y ya nos ha dejado la misión: «Vayan y prediquen el Evangelio a todas las naciones». Él camina con nosotros para llevarnos a hacer posible paulatinamente esa Jerusalén Celestial que tenemos la certeza de que vendrá porque Él vino, nos la anunció, nos la ha prometido y sabemos que no miente. Prometió el Redentor, vino a redimirnos y nos espera, ya no en el pesebre de Belén, sino en la casa del Padre.

Imagen tomada de Pinterest.
¡Feliz Navidad!
- Comentando el tema de «Los Advientos», en Cabodevilla José María, «CRISTO VIVO». Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1970.
Descubre más desde México, sus problemas y sus valores. Piensa bien, escribe bien, actúa bien.
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
