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Hace 2025 años, cuando los signos de los tiempos y los datos que conocían los versados en las profecías y las promesas del Antiguo Testamento se hicieron evidentes, el anuncio a los pastores, representados en ellos la gente sencilla de todos los tiempos, el coro de los ángeles hizo el anuncio del nacimiento del Redentor. Los pastores acudieron con gusto y presurosos en medio de la noche fría, pues estaban alertas, como las vírgenes prudentes del Evangelio.

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Desde los diversos confines del mundo conocido, quienes supieron identificar estos signos de los tiempos se aprestaron a hacer el largo viaje. Basados en sus conocimientos astronómicos y de las profecías, viajaron con anticipación, pues el recorrido iba a ser muy largo, lo que implicó toda una logística de preparación. Además de los presentes que llevarían al “recién nacido”, tenían que llevar sus provisiones y todo lo necesario para viajar, hospedarse y alimentarse a lo largo de la travesía. Sin embargo, después de tantos años transcurridos, parece ser que el viaje de los entendidos y eruditos se ha ido haciendo cada vez más pesado, a tal punto que este año se ve muy difícil que vayan a llegar a ver a Jesús Niño. Lamentablemente, el mundo ha puesto muchos obstáculos en su camino y esta vez sí se han perdido por completo. Pareciera que los deseos que Herodes, en su tiempo, no pudo concretar, hoy la desacralización del mundo lo ha hecho posible.

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¿Qué ha sucedido que haya hecho imposible a los Reyes llegar este año? ¿Qué obstáculos han sido tan inevitables en su camino? ¿Será que más bien su voluntad es la que ya no quiso enfrentar las actuales circunstancias? Tratemos de indagar un poco.
En los noticieros de todos los medios no dan cuenta de ellos. Todos los medios se encuentran con la atención centrada en lo que vende: el amarillismo, la violencia, el recrudecimiento de la pobreza y de la violencia en muchos lugares de la tierra. Cosas que ya no nos sorprenden, como la legalización del aborto en muchos países y ciudades, la corrupción tanto en los gobiernos como en sectores poderosos de la sociedad, el narcotráfico controlando amplios sectores del planeta, la contaminación de los mantos acuíferos y la atmósfera, mares y ríos. En fin, los niños entretenidos e ilusionados con niñeras electrónicas en forma de pantallas de celulares y tabletas, lo de todos los días, de tal forma que nadie parece poner atención en el hecho de que a los Reyes Magos no se les ve por ningún lado.

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Pero buscando con un poco más de insistencia, hemos dado con algunos datos que son concluyentes. Todo parece indicar, de acuerdo con estas indagatorias, que los Reyes han fracasado en su viaje de este año. En la zona nororiental de Europa, los conflictos armados, fruto de los intereses geopolíticos de las poderosas élites internacionales, han dejado intransitables los caminos, de tal manera que el “oro” que traía uno de los reyes ha sido robado. Y lo peor de todo es que no solamente se han robado el oro, también el significado del oro, que era para reconocer la condición de Jesús como Rey del Universo, se ha perdido. Ahora es el hombre, quien pretendiendo negar la existencia de Dios, ha querido ponerse en su lugar y se ha pretendido apoderar del oro, su nuevo dios, y con él de todas las riquezas, para ser administradas y disfrutadas por unas élites ávidas de control y de dominio, que han dejado en la miseria, material y espiritual, a millones de seres humanos alrededor de todo el mundo.
En Asia, que emerge como un nuevo gigante económico y político, las cosas no son muy distintas. Naciones divididas en norte y sur siendo una sola, creencias que podrían armonizarse en los puntos concordantes, parecen querer absolutizar y hacer beligerantes a los hombres debido a sus creencias, fenómeno que también se ha extendido en muchas partes del planeta. El resultado es que el incienso que de esa zona venía, para reconocer al Salvador como Dios Universal, se ha perdido, así como el sentido de lo religioso. El reconocimiento de un Dios Creador se quiere borrar de la consciencia, sobre todo de las nuevas generaciones, sumiéndolas en los lodazales inmundos del relativismo y del individualismo a ultranza. Al convertirse cada uno, en su propia deidad, a nadie le importó que se perdiera el incienso.
En África, la violencia y la miseria, tanto material como espiritual, han bloqueado todos los caminos, de tal forma que el Rey que venía de esa región le fue imposible todo intento de paso. A lo largo del camino se le preguntaba, sobre todo al llegar a Europa, qué sentido tenía traer mirra. Cuando dijo que era para cuando Jesús como hombre muriera, le dijeron: “Mira, las cosas ya no son como cuando venías antes, hoy el hombre se ha propuesto ya no morir”. Ahí tenemos al transhumanismo y al hombre de la post verdad, que se ha empeñado en hacerse inmortal, pero eso sí, empeñado en matar bebés en el propio vientre de sus madres, para que las poderosas minorías sean las que se queden a disfrutar de la creación, de la que ahora se sienten dueños y hasta capaces de conservarla y mantenerla en la existencia, cayendo en el antiguo error de la soberbia y en el engaño del que fueron víctimas Adán y Eva: “Seréis como dioses”.


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Pero no todo está perdido. Ya el Papa Benedicto XVI apuntaba una solución que me parece muy sabia, prudente y necesaria. Ante el evidente deterioro de la humanidad, como resultado de las sucesivas mutilaciones ontológicas que se han ido haciendo a través de los períodos históricos que siguieron a la Edad Media, en la que, a pesar de lo que algunos afirman y muchos ignoran, la humanidad alcanzó grandes cumbres religiosas, políticas, sociales, científicas, educativas, culturales y económicas, de las que poco queda gracias al empeño de negarlas. El resultado es un ser humano que no tiene ya idea de su glorioso origen: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, de su trascendental misión: “Creced y multiplicaos, henchid la tierra y enseñoreaos de ella”, de su venturoso porvenir: “Me voy a prepararles un lugar en la casa de mi Padre, pero les enviaré al Paráclito, quien les explicará todo claramente”, y de este tiempo presente, único que tiene para lograr su salvación. La propuesta del Papa Benedicto es: “Vivir como si Dios existiera”. Dado que el hombre moderno ya no quiere creer en Dios, si nos atrevemos a vivir como si Dios existiera, es muy probable que nos volvamos a encontrar con Él y que nos vuelva a invitar a seguirlo a la casa paterna: «Maestro, ¿dónde vives?, vengan y verán» Solo entonces será posible el resurgimiento de los Reyes Magos y tendrán nuevamente sentido el oro, el incienso y la mirra, que solamente por medio de Cristo volverán a tener sentido para toda la humanidad.

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Fuerte reflexión pero muy cierta, es necesario detenernos a mirar y a reflexionar sobre todo lo que acontece a nuestro alrededor para así reconocer nuestras carencias, nuestros errores y la riqueza de lo perdido, así con un corazón arrepentido pero lleno de confianza y de esperanza, regresar a la casa del Padre y dejarnos abrazar por su amor. Gracias por compartir Raúl. Feliz navidad y próspero año nuevo!
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Hay que estar dispuestos a mirar las cosas tal como en realidad son en cada momento, para poder asumirlas desde una perspectiva realista, pero sin perder ni la Esperanza, ni el optimismo ni la alegría.
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Azucena, gracias por tu comentario, es una realidad, pero, no olvidemos que el Papa Francisco, sabedor de todo esto, ha dedicado el año Jubilar 2025, precisamente a la Esperanza. Si aprovechamos bien el tiempo para llevar el Evangelio a nuestros respectivos entornos, el año entrante podrían volver Los Reyes, pues su ayuda y ejemplo son necesarios para la gran misión que el niño Jesús y la Sagrada Familia nos hacen, de ser sus testigos de Esperanza.
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