Imagen tomada de Pinterest.
Un mensaje sincero, un acto de servicio, una oración breve: pequeñas luces que anticipan Belén.
- San Pablo: “Que todo lo que hagáis sea hecho con amor” (1 Cor 16,14).
Continuamos el recorrido de esta primera semana. Ya es jueves, y el eje temático que hoy nos conducirá es precisamente el de los pequeños detalles y su gran importancia. Importancia que parecen haber perdido ante la velocidad, la extensión y la poca profundidad en la que vivimos, pareciera que no nos anclamos al presente, siempre preocupados por el futuro o tal vez huyendo del pasado, o, tal vez, huyendo de nosotros mismos. Esa falta de sosiego es, a la vez, fuente de inquietud, estado de ansiedad, de frustración.
Pero en los pequeños detalles, hechos con amor, hay todo un océano de posibilidades, tanto para centrar nuestra atención en los otros, ya sea una sonrisa, una ayuda espontánea, una disculpa. Pero es a la vez, tan fácil, y tan difícil, pero al fin y al cabo ¡se puede, y también hacia nosotros mismos! no estamos acostumbrados al soliloquio, a la introspección, no se necesita mucho tiempo, ¿cuántas veces al día te detienes un momento y piensas?: «vaya, esto estuvo difícil, pero salió bien» ¡Darte un breve reconocimiento, te hace tanta falta!

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Si no estamos atentos al presente, al momento, al ahora, para nosotros mismos, no lo estaremos para los demás, o para darle cuidado a nuestra casa común, y, por supuesto, que no habrá lugar para Dios. Pero, pequeños cambios en el día a día, pueden llevarnos a grandes pasos hacia nosotros mismos, punto de partida para poder mirar a los demás, pero sin quedarnos en el signo, sino identificando siempre al ‘Hacedor’ de todo, Aquel a quien todo ser creado nos remite.
Y son estos pequeños gestos los que preparan nuestro corazón. Haz la prueba y verás, a partir de que te haces presente ante ti mismo, ya te estás dando ‘un presente’, y en la medida en que lo aprecies, podrás apreciar a todos los demás. Así, casi sin darte cuenta, te habrás puesto en camino.

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Mira como dialogan sobre estos gestos nuestros invitados, cada uno desde su época y circunstancias, verás que, en el fondo, el hombre sigue siendo el mismo, sus circunstancias, han variado, pero no tanto como pensábamos, veamos.
San Pablo: «Que todo lo que hagáis sea hecho con amor» (1 Cor 16,14).
«No os canséis de hacer el bien» (Gal 6,9).
Guardini: «Los gestos sencillos son los que mantienen viva la relación con el misterio. Una sonrisa, un silencio, un acto de servicio: en ellos se transparenta lo eterno.»
Giussani: «El cristianismo no es teoría, sino acontecimiento. Cada gesto, aunque pequeño, es lugar donde Cristo se hace presente.»
Carrón: «Lo que cambia la vida no son discursos abstractos, sino gestos concretos que educan el corazón a reconocer La Presencia.»
Pablo responde a los tres: «Sí, los gestos son semillas de plenitud. En cada acto de amor, el corazón se prepara para el encuentro con Cristo.»
Así es como llegas a percibir la ‘Presencia’, a mantener la relación con ‘el misterio’, y, al mismo tiempo, te conviertes para los demás, en posibilidad de hacer presente a Cristo, en cada pequeño gesto, como lo hacía María, desde su humilde pero amorosa presencia. Así es como el Reino se va construyendo y es así como su influjo se va percibiendo, paulatina, pero inexorablemente. Son como círculos concéntricos, tu familia, tus amigos, tus compañeros de escuela o de trabajo. Todo esto nos va educando el corazón, y lo dispone a estar presente y querer tener presente el Corazón de Jesús, y a verlo y servirle en los demás. Recuerda: «Persona, familia y sociedad».
Al terminar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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