Imagen tomada de Pinterest.
El Dios que viene no es ayer ni sólo promesa futura: es hoy, es aquí, es para nosotros.
El día de ayer «vimos» cómo el encuentro de una joven imaginaria a quien llamaremos ‘Lala’, con la Virgen María, provocó toda una experiencia de conversión en su grupo de amigos, al grado que al día siguiente continuaron comentando sus experiencias a raíz de dicho ‘Acontecimiento’, y se prepararon para que esta experiencia no fuera solamente una emoción inmediata y pasajera, como tantas otras, se anclaron en la ayuda mutua, y, sobre todo, en visitar a Jesús con regularidad.

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(10 años después, del encuentro de la joven Lala con María)
Lala:
Diez años han pasado desde aquel encuentro. Hoy nos volvemos a reunir, y siento que la semilla que entonces apenas germinaba ahora es árbol que da sombra. María nos enseñó que Dios viene hoy y aquí, y ustedes me ayudaron a descubrir que esa venida se hace comunidad. “Desde aquel encuentro con María, nada volvió a ser igual. No fue un milagro ruidoso, sino una semilla que se abrió paso en lo cotidiano.”
Nico:
Recuerdo mi sueño de aquella noche. Entendí que la comunidad no era un círculo cerrado, sino un río que se abre paso. Y aprendimos a cuidarnos, como hacen los grupos que se sostienen unos a otros, recordándonos que esto no es entusiasmo pasajero, no es una moda, sino camino compartido.
Hilda:
Lo vivimos en pequeños gestos: acompañar, escuchar, compartir un pan. Nunca hicimos propaganda ni mítines, pero el cambio se fue dando, casi sin que se note, como la levadura en la masa.
Poncho:
Hoy, a las puertas de la Navidad, siento que debemos dar un paso más. No basta con reunirnos aquí: sigamos viviendo este testimonio en nuestras familias. Que cada hogar celebre la unidad, que nazca una tradición nueva para los hijos y los nietos, para que no pierdan estos tesoros.
Rosy:
Sí, celebremos juntos la Navidad, no sólo como fiesta, sino como memoria viva. Que cada uno lleve a su casa un gesto, una palabra, una vela encendida. Que la comunidad se expanda en cada familia, en cada mesa, en cada corazón.
Auri:
Y no olvidemos visitar el Sagrario. Allí aprendemos que la unidad no es sólo entre nosotros, sino con Él. Desde ahí brota la fuerza para que nuestras pequeñas acciones se conviertan en tradición, Adviento, las posadas, la corona, todo es don y todo es gracia.
Lala (cerrando):
Hoy, diez años después, estamos a punto de celebrar la Navidad. Lo que comenzó como un encuentro con María, en plena calle, se ha vuelto vida compartida. Somos comunidad que sueña y que celebra la unidad. El Dios que viene no es ayer ni sólo promesa futura: es hoy, es aquí, es para nosotros. Y que nuestras familias, las nuevas generaciones, reciban este legado como un tesoro que no se pierde, sino que se renueva.

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Lectura bíblica sugerida:
Efesios 4, 3-6 — “Esfuércense en mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz: un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que han sido llamados; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.”
Meditación:
- La comunidad es signo de la presencia de Dios que se hace carne en lo compartido.
- La unidad no borra la variedad, la celebra y la integra en un mismo cuerpo.
- En Adviento, la espera se convierte en comunión: juntos recibimos al Dios que viene.

María, has caminado con nosotros a lo largo de este Adviento. Tu amorosa mirada nos ha sostenido y fortalecido. Ayúdanos a llevar la unidad en la comunidad, a los ámbitos en los que nos movemos e influimos, para que nuestra Nación sea lo que tú siempre has querido, un lugar donde vivir en paz y recibir tu cariño y el de nuestro Cristo Rey.
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